Por Juan Tomás Valenzuela
La mayor de las derrotas
que ha recibido Leonel
no fue con el penco aquel
ni con el otro cara de idiota.
Fue el entrarle a la garota
con la que aún está casado,
lo que lo tiene azarado
desde el 12 hasta estos días,
porque esta patapodría
lo mantiene avergonzado.
Primero fue Papi Sánchez,
un tecatico rastrero
que con su flow de rapero
se la tiro en un enganche.
Todo el mundo en el ensanche
conocía lo de ellos dos.
Esa vez, el portavoz
del Palacio Nacional,
fue que la pudo librar
de este infanticidio atróz.
Cuando soltó a aquel rapero,
sonó con un Coronel,
con un cabo, Luis Miguel,
y hasta con dos peloteros.
Cual de todos, más rastreros
y mientras tanto el León,
privando en santo varón,
no se dió por aludido.
Ella chuliando bandidos
y él de reunión en reunión.
El tiempo seguía su curso
y él nutriendo el intelecto.
Ella con falta de afecto
y él preparando discursos.
Ella usando sus recursos
de mujercita barata,
se pasaba su corbata
donde no le daba el sol,
para ver si este señor,
quien sabe y se desacata.
Pero no valió recurso,
ni poses en el diván.
Ni los celos con Chayanne
sacán a este hombre de curso.
Ni siquiera en el transcurso
de la contienda pasada,
donde está desvergonzada
le robó un beso al marido,
pudo hacer que este bandido
le dé aunque sea una nalgada.
Juan de los Palotes
4 agosto 2020